Este viernes 17 se estrena Dune, película basada en la novela homónima de Frank Herbert. Dirigida por
Denis Villeneuve (Blade Runner 2049, La llegada) y con un elenco con caras tan populares como
Timothee Chalamet (Call me by your name, Mujercitas), Zendaya (Euphoria), Oscar Isaac (Ex machina,
A propósito de Llewyn Davis) o Jason Momoa (Aquaman).  La que será la primera parte de la adaptación
cinematográfica parece prometer algo más que su sucesora. En aquella primera versión,
estrenada en 1984, David Lynch (Blue Velvet, Twin Peaks) contaba una vez más con el hoy icónico Kyle
MacLachlan para dar vida al joven Paul Atreides. A pesar de tener todos los
ingredientes para triunfar la película no terminó de conquistar a la crítica y, antes de esta nueva adaptación  tan solo algunos pocos nostálgicos parecían recordarla.
Pero mientras esperamos a que abran las salas de cine para poder colarnos y admirar la seguramente
increíble representación del planeta Arrakis, podemos referirnos a la fuente: el libro. Publicado en 1965,
ganó varios premios los años sucesivos, entre ellos el Premio Hugo. Su autor, Frank Herbert se sirvió de
las dunas de arena de Oregón como inspiración para comenzar a dar forma a este universo. Dune
(dunas, en español), recibe su nombre del vasto desierto que ocupa gran parte de la superficie de
Arrakis, un planeta en el cual una gestión política corrupta y unas condiciones de vida aparentemente
inhóspitas han llevado a la decadencia. Un planeta desértico, apenas sin agua, en el que puede
conseguirse una preciada especia: la melange. Este es el planeta cuyo gobierno le ha sido otorgado al
Duque Leto Atreides, padre de Paul. Un cúmulo de intrigas palaciegas acaban con la vida del Duque al
poco de llegar y, en medio de la confusión, Paul consigue escapar junto a su madre, la Dama Jessica.
La madre de Paul es una Bene Gesserit, una orden exclusivamente femenina en la que sus miembros
adquieren habilidades especiales, casi mágicas. Estas mujeres han profetizado desde hace años la
llegada del Kwisaz Haderach, que sería el equivalente masculino de una Bene Gesserit.
Así, Paul y su madre logran escapar y buscan refugio en la vastidad arenosa del desierto, territorio
Fremen por excelencia. Los Fremen son nativos de Arrakis y los colonos aún no han logrado descifrar
cómo consiguen sobrevivir en el desierto en el que apenas hay agua y que, además, está plagado de
gusanos de arena, criaturas monstruosas de las que, en principio, se debería huir. Sin embargo, tanto
los Fremen como Paul ocultan secretos que irán desvelándose lentamente a lo largo de la novela.
Con unas 600 páginas, el autor tiene espacio de sobra para explayarse y exhibir el universo construido,
al cual no le falta detalle. Desde idiomas propios, planetas, costumbres, una plétora de personajes
arquetípicos pero bien construidos… Toda una declaración de intenciones que no dejará al lector
indiferente, incluso a aquellos que no suelan leer ciencia ficción o no les guste este tipo de géneros. Y,
¿por qué? Porque al final, Dune es una historia humana, por mucho que esté cargada de elementos que
puedan resultarnos alienígenas. Es una historia actual, a su vez, a pesar de haberse escrito hace más
de cuarenta años, en la que se tratan temas como la sostenibilidad, la ecología, el colonialismo, la lucha
de clases o el racismo. Destaca especialmente el personaje principal, Paul, entre el resto de
secundarios cuyas personalidades son más previsibles, por ser un héroe algo atípico. Paul es valiente e
inteligente, pero el autor no tiene problema en mostrarlo como el joven inexperto y en cierta medida
engreído que es en realidad al inicio de la historia. Sin embargo su evolución y su reacción a los hechos
que acontecen dan paso a un héroe poco convencional, serio, colérico a veces, indescifrable y sobre
todo creíble.
En líneas generales, el libro es entretenido e interesante y logra mantenerse relevante aún a día de hoy.
Junto al personaje protagonista, cabe llamar la atención sobre las descripciones del autor, detalladas
pero no pesadas, especialmente, las que se corresponden con los paisajes desérticos. Así pues, este
viernes 17 recomendamos ir al cine o a las librerías y dejarse arrastrar por las arenas movedizas de
Dune y su convulsa historia.

“Pesada es la piedra y densa la arena; pero no son nada al lado de la furia de un idiota”.